Un grupo de arquitectos e ingenieros llevan varios meses estudiando construcciones antiguas de la comarca sayaguesa, especialmente del Parque Natural de Arribes del Duero y de la zona fronteriza de Portugal, para sacar «conclusiones científicas» sobre el consumo energético de estas edificaciones y aplicar los resultados al nuevo urbanismo.
El proyecto se denomina «Diversidad Bioconstructiva Transfronteriza, Edificación Bioclimática y su adaptación a la Arquitectura y Urbanismo Moderno». Su coste asciende a 1.005.000 euros y cuenta con financiación de la Unión Europea.
La iniciativa tiene como socios al Ente Regional de la Energía de Castilla y León (Eren), el Ayuntamiento de Trabanca (Salamanca), la Cámara Municipal de Mogadouro, el Instituto Politécnico de Braganza, la Fundación Cidaut, la Cámara Municipal de Braganza y el Instituto de la Construcción de Castilla y León.
El objetivo «es disminuir la demanda energética de los edificios y los núcleos urbanos y rurales transfronterizos mediante la puesta en valor de su diversidad bioconstructiva y su patrimonio bioclimático». Igualmente se persigue «fomentar la arquitectura bioclimática y diseñar nuevos métodos de cálculo bioclimáticos y de certificación de la eficiencia energética de los edificios comunes a ambos lados de la frontera».
Además de la zona del Parque Natural de Arribes, el área de intervención se extiende a la zona portuguesa de las Cámara Municipal de Bragança, Miranda do Douro, Vimioso y Mogadouro, con especial radicación en toda la zona de frontera con España.
Fuentes implicadas en el proyecto apuntan que «el área geográfica ha sido elegida por su homogeneidad climática y por conservar una gran riqueza en arquitectura tradicional adaptada al medio, lo cual hace de este territorio transfronterizo un lugar idóneo para el desarrollo de las actividades del proyecto». «Es un tesoro lo que hay en Zamora», afirmaba ayer uno de los estudiosos.
El proyecto tiene un plazo de dos años (2011-2012), pero debido a los comicios electorales que han tenido lugar el pasado año, tanto en Portugal como en España, los trabajos de estudio han sufrido «un retraso», según preciaron ayer fuentes implicadas en la iniciativa.
Esta semana la experiencia del citado proyecto de cooperación transfronteriza será explicado en el Seminario Internacional Entrepliegues que lleva por título «Frontera, arte y ciudad». Los pormenores serán expuestos durante una mesa redonda y debate que tendrá lugar en el Centro Cultural La Corrala de la Universidad Autónoma de Madrid.
El equipo de arquitectos encargado del estudio ha instalado su base en la villa de Fermoselle. Uno de los responsables pone de manifiesto que se trata de un proyecto de cooperación «para aprender de la arquitectura tradicional y sacar conclusiones científicas». Incide las mismas fuentes en resaltar que «la arquitectura tradicional está muy bien conservada y estamos aprendiendo de los antiguos», que han demostrado tener una eficiencia en el consumo de energía, para aplicarlo al urbanismo moderno.
Explica, además, «que ahora construimos con aislantes y antes lo hacían con masa térmica, que es mejor aislante». Hace hincapié en señalar que «en España hemos recogido en la década de 1980 las normas de Alemania y no se puede construir en esta zona con las mismas normas».
Para lograr eficiencia energética y menor consumo aluden a una diversidad de aspectos como son «la orientación y la forma del edificio, incluso el color exterior de la vivienda, el hecho que sea piedra que la propia edificación absorbe el calor, tanto en planta como en sección». Aseguran que «un soportal permite que entre la luz en invierno y no en verano». Pero hay otros aspectos que inciden en el consumo energético de una casa como la cubierta vegetal y el tipo de la arquitectura tradicional. Destaca la citada fuente que «los antiguos moradores se adaptaron a los recursos disponibles en la zona».
Los implicados en el proyecto ya se han entrevistado con gente de la zona y, según afirman, «hemos descubierto que las casas nuevas, con calderas de gasoil están gastando hasta 1.500 euros al año en calefacción, y algunas casas antiguas que gastan 250 euros al año utilizando la leña como recurso. La leña es biomasa, que es ecológica y se puede sacar con restos de podas. Es mucho más eficiente. Hacen referencia «a glorias de edificios que se calefactaban con paja y leña». Pero también aluden a otros métodos de refrigeración, «como el que se da en las bodegas y que mantienen una temperatura constante», de los que se puede extraer energía. Los pasos canadienses, la geotérmica? son sistemas que pueden aplicarse al nuevo urbanismo.
Hasta el momento, aseguran que han visitado unas ochenta poblaciones y un gran número de casas.
La iniciativa que se desarrolla en el Parque Natural y en Portugal cuenta con financiación de Europa
«Hemos descubierto que casas nuevas gastan 1.500 euros en gasoil y otras solo 250 utilizando leña»
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